Saludos, amigos de Chirchi: Hoy les traigo una reseña sobre uno de los estrenos más esperados del año: el live action de Cómo entrenar a tu dragón. Esta película no solo nos devuelve al mundo de Berk, dragones y vikingos, sino que lo hace con una fidelidad que raya en el homenaje puro.
Lo primero que salta a la vista y al corazón es la fidelidad emocional con la que esta nueva versión trata al material original. La historia, los diálogos, la esencia de Hipo y Chimuelo (los personajes principales) todo está ahí. No es solo un calco, sino una recreación cargada de respeto. Mason Thames, quien da vida a Hipo, logra transmitir con acierto esa mezcla de vulnerabilidad y determinación que definió al personaje animado. Su actuación es contenida, pero sincera, y eso hace que conecte con la audiencia desde el primer acto.

A nivel sonoro, John Powell regresa con su épica banda sonora, la misma que nos emocionó en la versión animada, ahora adaptada al formato real con aún más fuerza. La música acompaña y potencia la narrativa de una manera espectacular.
Los dragones, el verdadero gancho de la franquicia, no decepcionan. Gracias a un CGI impresionante, cada criatura luce viva, con gestos expresivos y vuelos espectaculares sobre los paisajes naturales de Irlanda del Norte. No se sienten como criaturas generadas por computadora, sino como parte orgánica de un mundo dentro de la película.
El trabajo visual del cinefotógrafo Bill Pope se siente en cada plano: hay una apuesta clara por lo estético, sin sacrificar la acción. El uso de luz y color nos recuerda que estamos en un universo que mezcla lo salvaje con lo mágico.
Detrás de las cámaras, Dean DeBlois director y creador de la saga original retoma el timón, y eso se nota. No es un remake, hay intención, amor por los personajes y una búsqueda por profundizar en aspectos que en la animación quedaban más de lado. Por ejemplo, Astrid tiene un rol más relevante y con más matices, mientras que las relaciones entre los adolescentes de Berk toman un tono más introspectivo.

El tono, aunque sigue siendo familiar, se torna más serio por momentos. Hay una madurez emocional que se siente natural, sin forzar giros.
Aquí viene el principal punto de debate. Aunque muchos agradecerán que esta adaptación mantenga el alma de la original, otros tantos pueden sentir que falta riesgo creativo. Hay escenas que son casi calcadas plano por plano, lo cual genera una sensación de déjà vu constante. Si ya viste la versión animada varias veces, es probable que no encuentres nada que te sorprenda realmente.
Además, algunos diálogos que funcionaban muy bien en animación pierden fuerza al ser dichos por actores reales. No porque estén mal actuados, sino porque hay frases que, fuera del contexto animado, suenan un poco forzadas.
Otro detalle a tener en cuenta: la película incluye escenas más intensas y combates más crudos. No llega a ser violenta, pero sí tiene momentos que podrían ser inquietantes para los espectadores más jóvenes. El realismo tiene un precio, y es que algunas secuencias que antes eran suaves ahora tienen una carga emocional más pesada.
La versión live action de Cómo entrenar a tu dragón es, sin duda, una de las adaptaciones más cuidadas del cine reciente. Tiene corazón, espectáculo visual y una dirección que sabe lo que está haciendo. Es ideal para fans de la saga y para quienes quieran conocer esta historia por primera vez en un formato más realista.
Sin embargo, su principal virtud la fidelidad también puede jugarle en contra: no propone una reinterpretación ni se arriesga a mostrar un nuevo ángulo. Lo cual puede ser reconfortante o decepcionante, dependiendo de lo que busques.
Vale la pena verla especialmente si amaste la original. Pero si esperabas algo revolucionario o con un enfoque distinto, quizás te quedes deseando un poco más.
Y tú, ¿ya entrenaste a tu dragón hoy? Cuéntanos en los comentarios si esta versión te sorprendió.
¡Hasta la próxima reseña, amigos de Chirchi!