Cada segundo lunes de enero, Japón se viste de gala para celebrar una de sus tradiciones más emblemáticas: el Seijin no Hi o Día de la Mayoría de Edad. Esta festividad, cargada de historia y simbolismo, marca un momento crucial en la vida de los jóvenes japoneses, quienes al cumplir los 18 años, ingresan oficialmente a la vida adulta, asumiendo nuevas responsabilidades y derechos.
La celebración del Seijin no Hi es un espectáculo visual y cultural que destaca por su elegancia y colorido. Las jóvenes mujeres, en esta fecha tan especial, visten el Furisode, un tipo de kimono formal que se caracteriza por sus largas mangas. Este atuendo no es solo una prenda de vestir; es un símbolo de estatus y elegancia, reservado para las mujeres solteras y considerado como uno de los kimonos más formales y prestigiosos antes del matrimonio.
Por su parte, los hombres jóvenes optan por el Hakama, un tipo de vestimenta tradicional que hunde sus raíces en el Japón del siglo XIX, siendo en aquel entonces el atuendo de los guerreros. Hoy, transformado en símbolo de madurez y respeto, el Hakama se lleva en esta celebración como un signo de transición hacia la adultez.
Desde el año 2022, en Japón, la mayoría de edad se alcanza a los 18 años. Este cambio marca un punto de inflexión en la vida de los jóvenes, quienes a partir de este momento pueden ejercer derechos como votar, conducir, casarse sin necesidad del consentimiento de los padres, y entrar en diversos tipos de acuerdos legales. Además, se convierten en contribuyentes activos, con la responsabilidad de pagar impuestos y contribuir a sus pensiones de jubilación.
Sin embargo, es importante destacar que, a pesar de alcanzar la mayoría de edad a los 18 años, ciertas actividades como el consumo de alcohol, el fumar y realizar apuestas, permanecen restringidas hasta cumplir los 20 años. Esta distinción refleja la importancia que la sociedad japonesa otorga al concepto de madurez y responsabilidad en diferentes etapas de la vida.
El Seijin no Hi es más que una ceremonia; es un rito de paso que refleja los valores y la cultura de un país que venera sus tradiciones, al mismo tiempo que abraza el cambio y la modernidad. Esta celebración es un recordatorio vívido de cómo Japón honra su pasado, celebra el presente y mira hacia el futuro con esperanza y respeto.